31 mar 2012

No eres tu

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25 mar 2012

Joyce y Beckett


Ayres
Joyce tenía entonces cincuenta años, y Beckett veintiséis. Beckett era adicto a los silencios, y también Joyce; entablaban conversaciones que a menudo consistían sólo en un intercambio de silencios, ambos impregnados de tristeza, Beckett en gran parte por el mundo, Joyce en gran parte por sí mismo. Joyce estaba sentado en su postura habitual, las piernas cruzadas, la puntera de la pierna de encima bajo la canilla de la de abajo; Beckett, también alto y delgado, adoptaba la misma postura. Joyce de pronto preguntaba algo parecido a esto:
 —¿Cómo pudo el idealista Hume escribir una historia?
 Beckett replicaba:
 —Una historia de las representaciones.
Enrique Vila-Matas - Bartleby y compañía