21 abr 2011

El perseguidor perseguido

Hubieras visto, Julito Cortazar, cómo el perseguidor se convertía poco a poco en el perseguido. En la víctima de otro soñador, de un ladrón de esperanzas.

Al verla nuevamente, me acordé de tu cuento y adiviné tus carcajadas señalando la impotencia del Young man de Nolan cuando ve que la verdad existe para unos cuantos y que la esperanza se deshace en intentos fallidos.

La ganadora es la soledad, amante irreprochable, acompañante de los perseguidores.
Además, hay una lección qué aprender. La creación de buenos personajes. En la película el Joven, que quiere ser escritor, sigue a las personas con el objetivo de representarlos en su obra, de aprender de ellas. Sin duda la curiosidad lo lleva al extremo; pero la idea es crucial: Él y su compañero de incursiones a casas ajenas, tiene dos formas diferentes de conocer a las personas. Cobb, su compañero, conoce a la gente por medio de los CD’s que escuchan, de las películas que ven, de los libros que leen, por el vino que guardan en la alacena, etc. Sus posesiones son el reflejo de su personalidad.

Por otro lado, El joven (que dice llamarse Bill en algún momento) necesita saber qué hacen para sentirse identificado con ellas. A qué hora va a trabajar, qué cafés frecuentan, etc. Conoce a los otros por medio de la acción.

Dos ideas interesantes para tener en cuenta a la hora de crear personajes. “No me interesa saber qué dice, cómo se llama o qué siente sino me muestras cómo lo hace”, dijo alguna vez un maestro amable.

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